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Senador Royce West: Distrito 23
Columna de Opinión
DE DIFUSIÓN INMEDIATA
Febrero 18, 2003
Contacto: Chante B. Prox
(214) 467-0123/(512) 463-0123
Programas comunitarios juveniles proveen una onza de cura
por Royce West

Muy a menudo las noticias captan nuestra atención contándonos –a veces en sangrientos detalles –las fechorías de nuestros jóvenes. Todos conocemos por lo menos la historia de un joven que, por decisiones erróneas, comete un error que cambiará su vida para siempre.

Conocemos las razones, y son muchas. Pobreza, presión de sus pares, hogares de un solo padre y barrios que parecen incubar actividades criminales, son sólo algunos de los muchos desafíos que debe superar un joven para caminar con éxito la senda hacia la madurez. Y nuestra juventud necesita casi siempre una cuidadosa guía en ese camino.

Los programas de Desarrollo Juvenil Comunitario (CYD) fueron diseñados para ser esa mano guiadora. Los programas CYD fueron creados por la Legislatura de Texas en 1995, durante la Sesión Legislativa 74°. Su propósito es desarrollar programas basados en la comunidad que provean opciones positivas para jóvenes que, por razones sociales, podrían ser considerados “en riesgo” de involucrarse en el sistema de justicia juvenil.

Uno de los proverbios de Benjamín Franklin hablaba del valor de una onza de prevención. Y la prevención es la base de los programas CYD. Habiendo hecho estadísticas de varias áreas del estado que muestran una alta incidencia de delincuencia y crimen juvenil, Texas, a través del Departamento de Servicios de Protección y Regulación, instituyó una forma diferente de tratar la situación.

Se crearon subvenciones para servicios basados en la comunidad que proveerían alternativas sanas y productivas para nuestro recurso más valioso: nuestra juventud.

La generación de jóvenes de hoy se enfrenta a un siempre creciente número de opciones y desafíos. Pero se ha hallado que el período más crítico para nuestros jóvenes sucede precisamente a determinadas horas del día. Es el período entre las 3 y las 7 de la tarde. Es después que termina la escuela pero antes de que los padres regresan del trabajo a la casa, cuando algunos de nuestros niños son dejados a su libre albedrío. Son cuatro horas de tiempo sin estructuras –literalmente un grano de arena en el reloj de la vida que conduce a buenas o malas opciones cuyas ramificaciones pueden durar una eternidad.

Por medio del apoyo comunitario, los programas CYD han mostrado ser un puente seguro y efectivo hacia resultados más positivos. Los programas, que ahora operan en Dallas, Fort Worth, Houston, San Antonio, Austin, El Paso y otras nueve ciudades de Texas, han demostrado resultados positivos en la asistencia y rendimiento escolar, y en reducir llamadas a autoridades policiales. Su ubicación se determina según códigos postales donde es frecuente el crimen y la delincuencia juvenil.

Los programas CYD trabajan así: directores de programas llevan a cabo reuniones comunitarias donde se les pide a los residentes identificar problemas y servicios necesarios dentro de los barrios. Se forman comités guías integrados por voluntarios de la comunidad. Luego se contratan esos servicios deseados, por medio de la creación de una red de proveedores de base comunitaria seleccionados por el comité.

Estos proveedores o vendedores basados en la comunidad, a veces organizaciones religiosas o cívicas, proveen servicios como programas para después de la escuela, tutores y desarrollo de habilidades o técnicas. Los programas CYD promueven ligas atléticas, clases de música y entrenamiento en computadoras. Los jóvenes participantes asisten a viajes de recreación y participan de otras actividades culturales. Estas actividades organizadas proveen ocupaciones estructuradas y creativas que de otra manera no estarían disponibles. Y afirman el proverbio africano que dice se necesita una aldea para criar a un niño.

Hay otra manera de juzgar la eficacia de los programas de Desarrollo Juvenil Comunitario. En los próximos meses, la Legislatura de Texas se reúne en sesión. Usted escuchará y leerá volúmenes sobre el déficit presupuestario real y proyectado del estado. En el año fiscal 2001, se invirtieron 7.300.000 dólares en programas preventivos CYD que sirvieron a más de 19.400 jóvenes de Texas a un costo de 376 dólares por joven. La estadía de un año en una institución correccional de la Comisión Juvenil de Texas le costó a los contribuyentes 74.000 dólares en el año fiscal 2000.

Lo quiera o no usted está involucrado en esto. ¿Cómo puede participar más activamente? Todos los años se realizan reuniones comunitarias y se buscan nuevos miembros para los comités guías del programa. Los anuncios a las reuniones aparecen en diarios comunitarios o los podría recibir por correo. Si no, no deje que esto lo pare. Contacte a su representante estatal electo o al Departamento de Servicios de Protección y Regulación.

Recuerde: es nuestra aldea. “Los niños son como los árboles, crecen en la dirección que le guiamos”. Y “una onza de prevención vale una libra de cura”.

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